EL LUGAR SOLITARIO DEL GUIONISTA
José F. Cámara Sempere – Cineclub Luis Buñuel Elx
Ante
el pase de “Una pistola en cada mano” el próximo viernes en el Cineclub Luis
Buñuel, ¿cabría pensar que el director Cesc Gay, junto al guionista Tomàs
Aragay, nos situará ante el reverso de “En la ciudad”? Eso parece si nos
atenemos a la promoción de la película, en la que unos hombres muestran sus
zozobras con menor pudor que en el anverso fílmico de 2003. En la secuencia más
bella de aquella película, un encadenado que muestra desde el interior de las
casas de cada uno de los personajes una nevada sobre Barcelona, uno intuía la
voluntad de los cineastas de remarcar la incomunicación que, en definitiva, la
ciudad, la ciudad invernal, provocaba sobre el marcado carácter sociable de un
grupo de amigos, sólo salvado cuando el verano permite compartir una paella al
aire libre y reconocer cada amiga los sentimientos propios en el rostro de las
otras, ante el disimulo forzado de ellos.
Como si quisieran
recuperar esa sensación de aislamiento, pero dejándolas a ellas en un segundo
plano, envuelven ahora Gay y Aragay a sus personajes por parejas: dos amigos de
instituto que se encuentran años después a la puerta de un psicólogo, un marido
que conversa con el amante de su mujer, un exmarido arrepentido de abandonar a
su esposa, un tipo que se atreve por fin a seducir a una compañera de oficina,
una esposa confesando la disfunción sexual de su marido a su mejor amigo, las
parejas respectivas de los dos anteriores poniendo en común los conflictos
matrimoniales. Al final seremos nosotros los que acabemos reconociendo nuestras
cargas y nuestras penas en el rostro de los actores. Pero sin amargura, sin
tomarnos a broma, con un toque de humor, tal como un personaje cerraba “En la
ciudad”, llorando pero de contento.
Como entonces,
hace diez años, nos preguntamos cómo se pude llegar a ese grado de disección
del ser humano, y nos imaginamos a los guionistas, no como unos bon vivant cuyas experiencias les
impelen a sentarse ante el teclado, sino como entomólogos que en la soledad de
su laboratorio, tras observar nuestro comportamiento y nuestros hábitos tal que
insectos, se atreven con precisión y delicadeza a levantar el caparazón para
descubrir qué escondemos, exponiendo nuestra intimidad, lo que no deja de
sorprendernos al descubrir en una película gestos cotidianos que somos
incapaces de reconocernos. En una curiosa administración de la justicia
poética, el propio cine nos ha devuelto el reflejo de esa imagen y hemos
encontrado a lo largo de la historia del séptimo arte guionistas que a su vez
han sido convertidos en insectos por otros escritores.
William Holden en
“El crepúsculo de los dioses” (“Sunset Boulevard”, 1950), Gregory Peck en “Días
sin vida” (“Beloved Infidel”, 1959), Woody Allen en “Manhattan” (1979), John
Turturro en “Barton Fink” (1991), o Tim Robbins en “El juego de Hollywood”
(“The placer”, 1992). O, sin ir más lejos, el protagonista de “En un lugar
solitario” (“A lonely place”, 1950), el clásico que ofrecerá la semana próxima el Cineclub para conmemorar el
nacimiento de un cineasta al que Godard calificó como ‘Nicholas Ray, el cine’ y
en el que Humphrey Bogart, es un mediocre guionista
temperamental, justiciero y noble, violento y bebedor. A pesar del intérprete,
fue otro fracaso de Ray, aislado en Hollywood por su actitud radicalmente
independiente.
No se puede decir
lo mismo de la película que nos ocupa. “Una pistola en cada mano”, que abrió
con honores el Festival de Roma, ha hecho rápidamente caja (por la atracción de
su elenco), se ha mantenido en cartelera (por sus diálogos y situaciones
certeras) y ha puesto de acuerdo a seguidores de críticos opuestos (lo que
supone un verdadero logro), y sin embargo, una vez que se repasan sus
candidaturas a los premios anuales, da la sensación de que un manto de rechazo
ha caído sobre la película quedando excluida dentro de la industria (tanto de
la española como de la catalana). Con una carrera sólida como para ser tildado,
a estas alturas, de maldito, Cesc Gay empieza a ocupar un lugar fuera de campo
de los reconocimientos oficiales, lo que no deja de ser un mérito si atendemos
al culto cinéfilo a la raza de los perdedores como Ray.
Para hablarnos del
lugar solitario desde el que el guionista observa la realidad de nuestras pequeñas
vidas, de los utensilios mediante los que logra extraerlas y mostrarlas con
éxito en una pantalla, nos acompañará el día 22, en la segunda sesión del
Cineclub Luis Buñuel (AulaCAM, calle Kursaal, 1, Elche) , uno de los guionistas
de “Una pistola en cada mano”, Tomàs Aragay, dramaturgo, actor, profesor de
guión en la ESCAC y director escénico de La Societat Doctor Alonso que codirige
con la ilicitana Sofía Asencio.
http://www.diarioinformacion.com/opinion/2013/02/20/lugar-solitario-guionista/1345719.html
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